Seis meses de haber llegado a esta ciudad, seis meses y una semana de haber vuelto a este país.Cinco días de haber hablado al teléfono con Cristian. Cuatro de haber hablado al teléfono con Fito. Un día y algo más de haber hablado con mi madre y mi padrino, quienes estaban en Iquique, por lo que hablé con mi prima, mi primo y mi abuela. Una semana de haber hablado con Fede. Una semana de haber hablado con Sebastian. Dos semanas y algo de haber terminado mi amistad con Claire. Una semana y tres días que Renee dejó Minneapolis para irse a vivir a Chicago. Más de dos semanas que no hablo con mi padre. Tres días que no hablo con Jen. Más de dos semanas que no recibo correo ni no hablo con Vicky. Más de una semana que no hablo con Álvaro. Cuatro días desde que recibí el último correo de Jason. Tal vez cinco días desde que le pregunté a Lis si le había llegado mi carta. Tres días desde que le escribí un correo a mi hermano que aún no devuelve. Horas de haber hablado con Lawrence. Me parece que cuatro días desde que chateé con Arturo.
Tres días desde que le escribí a Ueli. Más de un año que no veo a Alejandra. Horas desde que abracé a Elyssa. Más de un mes desde que fui a ver a The Dave Matthews Band. Una semana desde mi primer examen en el college. Seis días desde mi ASL test. Más de seis meses que no como un completo, un choripan, o una empanada -de la buena, no la la seca y delgada que cociné en septiembre-. Casi dos semanas que escribí a Franco contándole todas las 'maldades' que he hecho. Más de dos meses queriendo saber o escribirle a Daniela. Un mes intentado llevarme bien con twitter. Tres semanas para ver a Joshua Radin. Un día y tres horas de haber dejado a Yulia en su casa. Seis meses que extraño a Duque. Seis meses que quiero ver a Consu y Vice... Extraño a mís tías. Cuatro años desde que quiero viajar a Coyhaique. Seis meses... quizás cinco desde que extraño las empanadas del Jardín del Profeta o un vinito con pizza del Ritual -más extraño la compañía que solía tener-. Probablemente más de un mes desde el correo que le escribí a Lynn. Más de un mes que no hablo con Pancho. Creo que una semana desde que no hablo fugazmente con Elliot. Segundos desde que he botado una lágrima -es que en estos tiempos ya no se llora, pues no hay tiempo-. Creo que cuatro días de haber recibido un correo electrónico de Caro, que me alegra las horas.
Tal vez cuatro años desde que quise ser escritora. Cuatro años desde que intento ser escritora. Tres años desde que me da por tirar líneas -mucho trabajo eso de ser escritor-. Semanas desde que he aprendido a compartir. Creo que cuatro años desde que me cansé de dejar semillitas en personas. Un año desde que he vuelto a creer en esas semillitas -menos mal-. Cincuenta minutos desde que me llegó al correo electrónico el diario El Mercurio, del cual suelo leer los títulos y rara vez me sumerjo en alguna columna, la que, en realidad, me lleva a buscar más información en internet, porque la de ese diario no es vasta. Tres días desde que me enamoré de la canción Lonely Lonely de Feist. ¡ah! Y tres días desde que canté apasionadamente Esta Vida Loca de Francisco Céspedes. Casi un día desde que me las di de cantante en la ducha con Un Año de Amor de Luz Casal -con matices y cuática-. Horas para cambiar todo de lugar en mi pieza. Horas de comenzar a estudiar para el día lunes y martes. Tal vez ocho días desde que cambié la letra J por la H para reírme -hahaha (¡qué tontera! Tenía que mencionarlo haha -nuevamente-)-. Horas de haber Jugado Jenga.
Minutos antes de ir a dormir. Desde siempre extrañando a quienes quiero. Sólo unos meses desde que extrañar a quienes quiero se vuelve tristeza -a ratos-.
Seis meses y una semana de haber dejado mi hogar.