lunes, 14 de julio de 2008
0toño
Tengo ganas de volar, o simplemente recostarme en una nube hecha de hojas de otoño, y que éstas crujan al mismo tiempo que me entreguen suavidad, entonces estiraré mis brazos y a la vez, mi mentón quedará mirando hacia el cielo, abriré y cerraré mis ojos para sentir el aire de otoño, una mezcla rara de humedad y árboles regaloneando con el aire, cuidadosos de que la lluvia llegue, para avisarme y así, yo correr al árbol más cercano y abrazarlo, sentir su humedad y ser uno con él, entonces en ese instante mis labios entreabiertos dejarán pasar el aire agitado de mi cuerpo al exterior y notaré que hay vida dentro de mí, sentiré el hielo en mis mejillas y tendré deseos de llorar, pero no lo haré, porque en ese momento veré que no ha llovido, y sonreiré para mí y para las ramas movidas por mi sentimiento, y correré curiosamente hacia mi nuve de otoño, posaré mis rodillas y luego, como si fuese un acto de circo, me giraré bruscamente para caer dulcemente en las hojas crujientes, y mi cabello respirará de ellas, y ellas se enamorarán de mi cabello, luego de ello ya no podré escapar, y me quedaré sin esperar.